Don Felipe de Borbón y Grecia mantiene la tradición del mensaje navideño en este tercer discurso institucional, después del pronunciado en octubre en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, y el de su proclamación, en el mes de junio, y comparece sentado como su padre en un sillón, pero en esta ocasión solo, sin otra compañía que una foto familiar.
Don Felipe ha cambiado sustancialmente el fondo y la forma de su Mensaje de Navidad. El escenario se muestra en principio desnudo de símbolos, aunque se observan dos detalles cargados de significado: la instantánea que recoge el momento en que su padre le cede el testigo en el Salón de Columnas del Palacio Real y un nacimiento que da cuenta de una intención tan discreta como evidente.
En contraste con los marcos solemnes elegidos por Don Juan Carlos, como han sido el Salón de Audiencias o su propio despacho, el nuevo Rey ha preferido una sencilla sala de estar del Palacio de La Zarzuela que, aunque no se encuentra en el edificio de su residencia, es similar a las que muchos españoles tienen en sus casas. De esta forma, ha querido transmitir sencillez y cercanía. El escenario no distrae; lo importante son sus palabras.
Don Felipe ha abordado en profundidad los tres problemas que afectan a España, como son la corrupción, la crisis y Cataluña; mientras que Don Juan Carlos solía hacer un repaso por todos los temas y sectores (crisis, terrorismo, unidad, corrupción, Fuerzas Armadas, paro, inmigración, convivencia, política exterior…).
El Monarca emplea un lenguaje más directo y claro, y menciona los asuntos de forma explícita, sin sutilezas, como por ejemplo, «quiero referirme ahora también a la situación que se vive actualmente en Cataluña».
Frente a la única foto, diferente cada año, que mostraba Don Juan Carlos, Don Felipe ha elegido tres. Una, tomada el día de la abdicación del anterior Rey, en la que su padre le abraza en presencia de Doña Sofía. Otra realizada el pasado verano en el Palacio de Marivent en Mallorca con su esposa y sus hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, y una tercera, tomada en el avión de la Fuerza Aérea Española, cuando regresaban de un viaje de Iberoamérica, en la que se ve a Doña Letizia con la cabeza apoyada en el Rey.
En una de las paredes de la sala de estar también se aprecia un pequeño retrato de Doña Letizia, realizado a partir de una foto suya que fue tomada en Oviedo cuando tenía nueve años, la misma edad que tiene ahora su hija, la Princesa Leonor.
En una de las mesas auxiliares se puede ver un pequeño nacimiento procedente de la residencia de los nuevos Reyes. No tiene especial valor artístico ni histórico. A Don Juan Carlos le solía acompañar un nacimiento de madera policromada del siglo XVIII de Patrimonio Nacional.
Finalmente, Don Felipe se despide en catalán, vasco y gallego.
Imágenes: página web de la Casa Real
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